Campo andaluz
de verde vestido,
de olivares crespos
y aire bruñido.
Campo andaluz
¡cuántos ríos!
¡cuántos valles!
de verde tu brío.
Encinas y alcornoques
te engalanan.
Hueles a tomillo
y romero,
a claveles
y lavanda.
Campo andaluz,
suspiros
de blanco y verde
visten tus hectáreas.
La sangre que te recorre
son rumores de tus aguas.
Son los fresnos
y los sauces,
son los chopos
y las jacarandas,
y también los cipreses,
los carrizos y las cañas,
frondas de verdores
que tus campos bañan.
Tu tierra se envuelve
en brillos de oro,
es el rey de los astros
que ilumina tus tesoros.
Y después,
sobre los cortijos de tejas,
la luna te nace
de su cuna coqueta,
noctámbula y pura,
gitana y queda,
espejo pulido
que te adorna y corteja.
Calas y remansos
en tus marismas.
Y hasta tus cotos
las dunas de arenas,
donde el águila
y el lince
viven y juegan.
Y en tus humedales
un eterno volar,
pátina de tinturas
que surcan tus arboledas.
Bravos tus toros
y tus yeguadas
de brava raza,
es el campo andaluz
y sus raíces lejanas.
Tierra y sudor
te hieren y laceran
de surcos las azadas.
Eras y espigas
añosos testigos
de la tierra trabajada.
Es mi campo andaluz
y sus pueblos y montañas,
donde los poetas
te versan y cantan.
Son tus geranios,
tus patios y tus corralas,
y son tus casas,
paisaje de verdores
encalados de alba,
los que de acuarelas
atrapan el alma.
Es mi campo andaluz
el que viste
y se engalana
con el verde
blanco
y verde
de su historia
y sus hazañas.
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