Las nubes pasan como jaurías
celajes de cúmulos en el cielo,
se juntan y separan
al antojo del viento.
Son como gasas de velos
con las que tapan la cara
del sol sus destellos.
Las nubes pasan con bigardía
en remolinos de embrujos,
fragmentos sutiles,
forjadoras de mil dibujos,
pigmentos de efluvios,
hechizos del firmamento.
Las nubes pasan,
livianas y vaporosas,
y yo miro al cielo.
Siento la hierba
en mi espalda
y siento el viento
y su aliento.
Las nubes me arropan
mientras viajan
y atrapan
mis pensamientos.
Esparcen apenas unas gotas
que sobre mi rostro caen,
ligeras y gráciles,
leves y menudas.
Olor húmedo
a tierra húmeda.
Goteo sonoro de otoño
Lluvia.
Miro las nubes y veo formas,
¿son poemas?,
no, son nubes con estampas
¿de versares? ……..
Son formas que pasan,
que pasan como ovejas,
negras y blancas;
y yo las miro y me grito:
¡Tengo mi rebaño en el cielo!
¡Soy pastor de mil corderos!
Algodones entre azules
que me inspiran
y disponen
mis baladas
y mis versos.
Estiro mi mano y las toco,
no sin recelo,
y siguen apenas llorando
sus lágrimas de terciopelo,
que caen sobre mí.
¿Acaso son mis recuerdos?
racimos de claros
entre espacios de tiempo,
cinceladoras de imágenes
fantasías,
fantasmas
y afectos.
Las nubes pasan
creando de mi aliento
un eterno preguntar
que se forja
con sus destellos.
¿Son acaso las nubes que yo veo
versos encapsulados
que armonizan mis silencios
entre sus desviados vuelos
y sus constantes movimientos,
paraíso suspendido
que se marcha como el tiempo?
Las nubes pasan
y se llevan mis recuerdos
entre tiernos algodones
y suaves vientos
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