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POEMA RECITADO VOZ DEL CORAZON - LETRA Y VOZ MARIA RIAL (ISSISORA)

POEMA RECITADO VOZ DEL CORAZON - LETRA Y VOZ MARIA RIAL (ISSISORA)

lunes, 30 de enero de 2012

Y Blenda fue mamá (autor Nacho Goval)

- Sabes que Blenda, tiene el celo.--                                                                                
Con esta frase me recibió, Marisa, mi mujer, aquel viernes cuando regrese de viaje.     
- ¿La vamos a cruzar?-- Preguntó, mientras nuestra preciosa , Pastor de Brie caracoleaba alrededor.    
- Es lo que habíamos pensado ¿no? Decidimos que era lo mejor para ella, así será una perrita normal -- respondí, mientras veía como Blenda se alejaba sin hacerme mucho caso.    
- Pues hay que buscarle un novio --   
Como a Blenda la adoptamos casi adulta, se había presentado de repente, el problema de su sexualidad. 
En primavera, pasados cinco meses entre nosotros, llegó su primer celo. Descartamos la utilización de métodos que pudieran interrumpir éste y que todo fuera natural. Así que decidimos ejercer de carabinas, dispuestos a impedir, que cualquier perro, abusando de la predisposición de mi perrita, la dejase embarazada.     
¿Predisposición? Hasta el momento, Blenda no había mostrado interés por el sexo contrario. Los esquivaba y si el galán se ponía muy pesado, le gruñía y terminaba por emitir sonoros ladridos, que hacían desistir al cortejador. Pensé, que no tendríamos por que preocuparnos.
Estaba en un error. Los perros machos ya no la molestaban. Es mas, delante de ellos, Blenda, adaptaba un contoneo muy sexi. Terminaron la indiferencia y los ladridos.
--¡Dios mío! -- pensé – Que el celo pase pronto.--
Una mañana, estábamos conversando, con unos vecinos en un jardín. Blenda jugaba a nuestro alrededor, cuando se acerco al grupo, el husky de la tienda de periódicos donde comprábamos.
El husky, era poco más que un cachorro. Pero con esa figura estilizada, aquel pelo plateado y sus hermosos ojos azules, le debió parecer a mi perrita, un seductor. Cuando el husky comenzó a oler a Blenda, esta inicio una breve danza erótica, que terminó con un provocativo caderazo y poniendo su vulva delante de las narices del sorprendido perro. Gracias a Dios, éste no había despertado a la sexualidad y no entendió la invitación de mi perrita.
El periodo de celo terminó y Blenda volvió a ser nuestra perrita de siempre. Cariñosa con todo el mundo y poco amiga de los perros en general, machos sobre todo.              
Sorprendía, el trato que daba a Mofli, sin éste hacer un mal gesto, sin dar un ladrido mas alto que otro, soportando estoicamente las provocaciones de Blenda. 

Mofli, un perro de cruce indescifrable. Era negro, bajito, de ojos saltones y patas cortas, que paseaba con su encantadora dueña, Adriana, joven de ochenta años. Nunca había sido cruzado y estaba en esa edad que a la fuerza, uno está de vuelta de todo. Quizá Blenda, con su intuición femenina, entendió que por mucho que jugase con él, no corría peligro de verse comprometida. 
Durante aquel año, pensamos que en su próximo celo, la íbamos a cruzar. Tomamos ésta decisión , por los encendidos argumentos de nuestros hijos, Aida y Javier, que querían ver a Blenda rodeada de cachorros y hasta con suerte, convencernos e incorporar alguno de ellos, a la familia.   
¿Donde encontrar un novio para Blenda? Complicado.  Había muy pocos Briard en Granada y deseábamos cruzarla con otro perro de su especie.
Tal como conté al principio llegó el nuevo celo de Blenda. Y aun no teníamos buscado el novio. 
Casualmente, un día circulando con el coche, vimos un corpulento perro de lanas acompañado de sus dueños. Era justo lo que buscábamos para mi perrita.                
Vivimos a las afuera de Granada y aparcamos sin problemas junto al grupo. Más cerca, observamos que el perro si bien tenía el aspecto de un pastor de pelo largo, no tenía las orejas enhiestas como Blenda, una de las características de los Briard. 
A sus dueños, les expusimos nuestros deseos, Queríamos cruzar a Blenda con Mario, que así se llamaba el apuesto galán. También ellos pensaban cruzar a Mario, pero nos advirtieron que no era un Briard puro. Nuestros argumentos debieron ser muy persuasivos, pues sin ver a la perrita, quedamos citados aquella misma tarde. 
A las seis de la tarde, acompañados de Blenda, llegamos al descampado donde se    produciría el amoroso encuentro. Acera abajo llegaba Mario sujeto por sus dueños, casi a nuestro lado lo soltaron. No me cabe duda, fue un flechazo desde el primer momento. El agitar de sus colas expresaba el placer que les proporcionaba el encuentro. Blenda era una muñeca, un peluche como los que venden en los grandes almacenes y Mario, sin ser un perro de portada perruna, emanaba fuerza y seguridad. Los preámbulos fueron breves, unos olisqueos por aquí, unos mosqueos por allá y enseguida Mario montó a Blenda. Todos estábamos pendientes de los escarceos amorosos de nuestras mascotas. Cuando aquel encuentro terminó, decidimos volver a citarlos al día siguiente.           
Otra vez las dos familias nos volvimos a encontrar. Esta vez Mario tuvo una actitud chulesca. Viéndose dueño de la situación, nada mas divisar a Blenda, se lanzo al trote a donde ella estaba. Con este segundo encuentro, todos consideramos que era suficiente para que nuestra perrita quedase embarazada.    
¡Albricias!. Así ocurrió. El veterinario, después de felicitarnos. Nos confirmó su preñez.
Pese a ser madre primeriza, Blenda, llevó su embarazo muy bien y la verdad que no lo sentimos, salvo que, poco a poco, se iba poniendo más gordita. 

La fecha del feliz alumbramiento llegó. La noche anterior, Blenda muy agitada, se acurrucó al lado de mi cama. Nunca lo hacia. Me sentí importante. En aquellos momentos en que mi perrita se encontraba rara, recurría a mí. La acaricie cariñosamente para darle seguridad y volví a dormirme.  
Ya por la mañana, Blenda decidió que el paritorio fuera nuestro dormitorio, allí se acurrucó a esperar el feliz acontecimiento. Cubrimos el suelo con una mantita. 
Apareció la cabecita del primero. Blenda amorosamente le quito la membrana que le rodeaba. y le mordió en su cuellecito y el perrito comenzó agitarse. Con la ayuda de Marisa, que los colocaba al lado de los pechos de Blenda, nacieron hasta ocho cachorros.    
Es uno de los muchos y bellos recuerdos, que nos dejó nuestra perrita. Si existe el paraíso de los perros buenos, ella esta allí.         

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